Hola Roberto:
domingo, 22 de noviembre de 2020
Me escribió mi amigo Jaime.
Hola Roberto:
sábado, 21 de noviembre de 2020
¿Tienes fe?
… Un ateo cayó por un precipicio y, mientras rodaba hacia abajo, pudo agarrarse a una rama de un pequeño árbol, quedando suspendido a 300 metros de las rocas del fondo, pero sabiendo que no podía aguantar mucho tiempo en aquella situación.
Entonces tuvo una idea:
"¡Dios!", gritó con todas sus fuerzas.
Pero sólo le respondió el
silencio.
“¡Dios!”, volvió a gritar:
“¡Si existes, sálvame, y te prometo que creeré en ti y enseñaré a otros a creer!”.
¡Más silencio!
Pero, de pronto, una
poderosa Voz, que hizo que retumbara todo el cañón, casi le hace soltar la rama
del susto: “Eso es lo que dicen todos cuando están en apuros”.
“¡No, Dios, no!”, gritó el
hombre, ahora un poco más esperanzado. “¡Yo no soy como los demás!
¿Por qué había de serlo, si
ya he empezado a creer al haber oído por mí mismo tu Voz? ¿O es que no lo ves?
¡Ahora todo lo que tienes que hacer es salvarme, y yo proclamaré tu nombre
hasta los confines de la tierra!”.
“De acuerdo”, dijo la Voz,
“Te salvaré. Suelta esa rama”.
“¿Soltar la rama?”, gimió el
pobre hombre. “¿Crees que estoy loco?”.
… NOTA: Apreciado amigo,
como a ti te gusta leer, te ofrezco como regalo, el primer capítulo de uno de
mis libros: LOS CUENTOS DE JULIO.
En sus páginas conocerás paso
a paso, la historia de un joven como muchos en el mundo que aprendió a vivir
trabajando y estudiando, y que a pesar de las dificultades que se le
presentaron en la vida, supo desarrollarse como persona, levantar una familia y
hacer muchos amigos.
Verás como Julio destacó frente
a los retos, y como sin dejar de ser un joven mantuvo y supo mostrar frente a
los demás, su inteligencia y responsabilidad.
Este libro fue escrito con
la esperanza de motivar y ayudar a sus lectores, para enfrentar con éxito las
situaciones y dificultades que algunas veces se presentan en la vida, el
trabajo, las amistades o la familia.
Si lo QUIERES leer, solamente
debes ESCRIBIR un email a librosrorolu@gmail.com
y te lo enviaré con mucho gusto y sin NINGUN COSTO, a tu dirección de correo.
domingo, 15 de noviembre de 2020
Perfil del Autor, Prologo, Indice y LE DIERON UNA ESCOBA COMO SI FUERA UN FUSIL
Buenos días, tardes o noches:
Para darme a conocer, les muestro una síntesis de mi perfil y
algo de lo que he escrito. A continuación tienen el Índice, el Prólogo y el cuento
número uno, de “LOS CUENTOS DE JULIO” (son 18). Espero les agrade y poder
recibir sus recomendaciones y comentarios a: librosrorolu@gmail.com
Perfil del Autor:
Roberto Rolo Luis es un venezolano de 75 años, nacido en
Caracas, padre de cuatro hijos, abuelo de ocho nietos y bisabuelo. Es experto
en el área de Recursos Humanos, con amplia experiencia en negociaciones
colectivas, administración de personal, adiestramiento, comunicación,
motivación y manejo de conflictos.
Ha sido conferencista, asesor, profesor y facilitador de
varios cursos, talleres y seminarios de motivación y desarrollo personal, y es
el creador de los Cursos “Las Ventanas de tu Mente” “Las Leyes Naturales” “El
Amor y el Perdón”.
En el año 2017 mientras convalecía de un problema
cardiológico, se propuso escribir sus recuerdos y comenzó a tomar notas que
luego se convirtieron en textos, que sin querer se transformaron en libros.
Ese mismo año comenzó a escribir “Crónicas del Paraíso” el
cual concluyó en el 2018, para seguir y terminar en el 2020, “Ni Cuentos ni
poesías”, los “Cuentos de Julio” y “Lo que nos dijo el Abuelo”.
El estilo de sus cuentos y su prosa, se encuentra ubicado
entre la narrativa costumbrista venezolana, la siembra de valores en la familia
y la motivación.
Sus cuatro libros ya están disponibles en Internet.
LOS CUENTOS DE JULIO.
Prólogo
Estos cuentos tienen la intención de compartir algunas de las
experiencias de un joven humilde como muchos en el mundo. Que aprendió a vivir
estudiando y haciendo.
Una persona que a pesar de las dificultades, supo levantar a
su familia y se destacó por su honestidad y una actitud positiva permanente. Un joven que sin dejar
de ser joven, mostró ante sus jefes, amigos y compañeros, seriedad,
inteligencia y responsabilidad.
Tengo la esperanza de que estos cuentos y sus ejemplos,
puedan servir para levantar el ánimo de otras personas frente a situaciones que
se le puedan presentar en la vida, el trabajo o la familia. Ojalá que así sea.
Creo que he dejado de mencionar anécdotas y personas en estos
cuentos, no porque no hayan sido importantes en la vida de Julio, sino que esos
momentos y nombres lamentablemente se escaparon de su memoria.
A las personas que compartieron con Julio, como jefes,
compañeros y amigos, les doy las gracias en su nombre.
Quizá no todo fue como
aquí se relata, pero sí es como Julio quería que fuera.
! Que Dios les bendiga!
INDICE
Pág. 3 y 4. Índice.
Pág. 5. Y le dieron una escoba como si fuera un fusil.
Pág. 15. De una escoba a un laboratorio.
Pág. 32. El último día en la Tintorería.
Pág. 37. Para bailar no hace falta luz.
Pág. 55. Por tocar el “Guiro” y “hacer el coro en una
Guaracha.
Pág. 68. Una promesa al Doctor José Gregorio Hernández.
Pág. 84. Dos aumentos de sueldo en un mes.
Pág. 97. Disculpen estoy en el Taller.
Pág. 109. Campana y Ducto en láminas de galvanizado.
Pág. 119. No le gustó el olor de un mango maduro.
Pág. 130. Me dijo que me quedara y él se fue primero.
Pág. 146. Un Decreto presidencial y un nuevo embarazo.
Pág. 157. Marlene tenía el turno de la tarde.
Pág. 170. La Paella Valenciana.
Pág. 185. El Embajador le regaló un Pisapapeles.
Pág. 193. Factor de Éxito, C.A.
Pág. 201. De nuevo en la Cámara de Industriales.
Pág. 205. En la Hacienda Santa Teresa.
Pág. 211. En el CODET
Pág. 219. La estudiante de Periodismo.
Pág. 237. El agua que pasó bajo los puentes.
Y le dieron una escoba como si fuera un
fusil.
Aquel lunes 22 de octubre de 1958 como a las 8 de la mañana
y a 9 meses del derrocamiento de la
dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, las calles de Maracay amanecieron
mojadas ya que durante la noche había llovido un poco. En la puerta de los
Telares de Maracay se encontraba esperando, una cantidad de personas que
aspiraban conseguir un puesto de trabajo en esa importante empresa.
Caminando por la calle Mariño rumbo a la Plaza Girardot venia un joven de unos 14 años, aún sin desayunar, traía una cajita de madera recién hecha bajo el brazo, para limpiar zapatos y llevar algo de dinero para su casa. El sueño de ese muchacho era ofrecer la limpieza del calzado a los caballeros que encontrara sentados en los bancos. Sería su primer trabajo.
Él sabía que una limpiada sencilla le permitiría ganar Bs. 0,50 y que si lo que el cliente quería era una pulida, serían Bs. 0,75. Con la primera limpiada tenía pensado comprar una empanada y un refresco para desayunar.
Cuando Julio se acercó a la puerta donde estaba la gente esperando pregunto qué pasaba y le dijeron que estaban metiendo personal para trabajar como obreros y que ese día serían como 100 los que iban a ingresar.
El único requisito que pedía la empresa era tener la cédula de identidad y una fotografía de frente, la cual por casualidad Julio tenía guardada en su cartera junto con su carnet de estudiante del Liceo José Luis Ramos.
¿Y qué pasa, -se preguntó Julio, si yo me meto en esta cola y encuentro un trabajo como obrero en vez de estar limpiando zapatos? -Yo tengo 14 años, soy un hombre alto, ya me afeito la cara y a lo mejor cuando hable con ellos creen que tengo más edad y me contratan. Y así lo hizo.
Como a las 11 de la mañana todo nervioso y con muchos deseos de logar el trabajo, Julio pasó junto con tres señores a la oficina donde estaban entrevistando a los aspirantes. Antes de entrar a la fábrica dejó la caja de limpiar zapatos con uno de los vigilantes y le dijo: “me la cuida” por favor.
La persona encargada de seleccionar al personal era un señor como de 50 años, de pelo castaño, algo gordo y de aspecto bonachón. Cuando le tocó el turno de la entrevista el hombre lo miró por encima de sus lentes y le preguntó:
-¿Cuántos años tiene usted?
-Dieciséis, dijo Julio inmediatamente.
-Pero a personas tan jóvenes como usted no las podemos
contratar como obreros. La ley del trabajo no lo permite. ¿Usted no está
estudiando?
-No señor, tuve que dejar los estudios de bachillerato hace
poco para trabajar y ayudar al sostenimiento de mí casa.
El hombre se quedó en silencio mirando la cara de Julio, pensando en lo que el muchacho le había dicho y quien sabe en quién y qué otras cosas… Y le dijo:
-Mire joven yo lo voy a enganchar bajo mí responsabilidad, pero usted tiene que prometerme que no va a decir nada de esto a nadie. Que cumplirá puntualmente con su horario y que acatará las instrucciones de sus jefes. Si no lo hace y me llega cualquier queja de su desempeño, esté seguro que lo despido. Lo vamos a contratar como aprendiz y su sueldo para comenzar será de Bs. 5 por cada día.
Deme su cédula y su foto para hacer el expediente y afiliarlo de una vez en el Seguro Social.
Y así fue como aquel 22 de octubre de 1958 se inició la vida de adulto, para un muchacho con sueños de hombre, que apenas había comenzado a transitar las calles de Maracay, pero cargado de responsabilidad y confianza en sí mismo.
El primer día a Julio el corazón no le cabía en el pecho. Frente al reloj de control dio las gracias a Dios y marcó por primera vez en su vida una tarjeta de asistencia, que ya estaba identificada con su nombre y el número de su ficha escrito a mano.
Como los ingresos habían sido muchos en un mismo día, el departamento de personal tenía confusiones sobre a qué departamento de la fábrica debería estar asignada cada persona.
A julio le entregaron un carnet azul con su foto que lo identificaba como trabajador del Departamento de Mantenimiento de Telares de Maracay. Después le dieron dos pantalones y dos camisas de color beige y un impermeable negro.
Luego lo enviaron al taller mecánico donde lo recibió un ingeniero alemán, que lo primero que preguntó, apenas saludarlo, fue si sabía barrer y casi de inmediato le entregó una escoba. Se la dio de la misma forma en que un oficial le entregaría el fusil a un soldado.
Julio ese día barrió el taller con entusiasmo cuidando no dejar nada sin recoger, de las virutas que se desprendían de los tornos y los trapos y papeles empapados de aceite que dejaban los mecánicos en el piso.
Así estuvo trabajando con su escoba, en medio del interesante ruido que hacían los tornos, las fresas y los cepillos del departamento. Como a las 11 de la mañana el ingeniero bajó de la oficina y le dijo: Mire joven lo estoy viendo barrer desde hace rato y así no es como se barre: “usted tiene que voltear la escoba de vez en cuando para que se gaste parejo”. -Y Julio aprendió a barrer.
Cuando el muchacho llegó a su casa ya eran como las 6 de la tarde y encontró a su mamá preocupada, porque él nunca se demoraba tanto en regresar de la calle. Julio la abrazó, le dio un beso en la frente y le dijo:
-Bendición mamá.
-Dios te bendiga hijo.
-¿Que te pasó que te fuiste esta mañana temprano y llegas a
esta hora vestido con esa ropa?
-¡Es que encontré un trabajo en los Telares de Maracay, y
comencé hoy mismo!
-¡Pero si tú apenas eres un muchacho! -¿Cómo es eso de que
estás trabajando en una empresa?
Y Julio le dijo cómo habían sido las cosas, lo agradecido que estaba con el señor que lo entrevistó y las demás experiencias que tuvo que vivir durante ese día.
-Seguro que traes hambre. -¿Qué comiste hoy?
-Mamá, uno de los compañeros que comenzó conmigo llevaba una arepa grande con queso y al ver que yo no estaba comiendo me dio la mitad de la suya. Eso es lo que traigo en el estómago. Pero de verdad que con las emociones del trabajo ni cuenta me di que no había comido.
-Mañana te desayunas bien antes de salir y te llevas una arepa para que almuerces. -Una persona no debe trabajar sin comer. Anda, échate un baño mientras te preparo algo para que cenes y después les cuentes a tu papá y a tu hermano todas esas cosas que me dijiste. -Yo sé que se van a alegrar bastante.
Pasó la primera semana y como a las 12 del mediodía del sábado primero de noviembre Julio cobró el primer sueldo de su vida, después de firmar un recibo que indicaba los detalles y el total del dinero devengado en esa semana:
Nombre del Trabajador: Julio Hernández Luis.
Ficha: 22314
Periodo: Del 22 de Octubre de 1958 al 27 de Octubre de 1958
Días trabajados: 6
Domingo / Feriado: 1
Total ingresos: Bs. 35.00
Menos deducciones:
Seguro Social: Bs. 2,45
Cantina: Bs. 0,00
Total a recibir: 32,55
Julio al recibir ese primer pago se sintió muy alegre. Ya tenía algo de dinero para llevar a su casa. Y pensaba: -¿Qué diría su mamá al recibir el primer sueldo de su hijo mayor? -¿Cómo se pondría y que diría su papá?
Julio no tenía bicicleta como muchos de sus compañeros y el autobús lo dejaba lejos de la casa. Por eso decidió irse caminando como siempre lo hacía y con el dinero bien guardado en el bolsillo del pantalón.
Al llegar a la Calle San Miguel, desde la esquina del Cementerio La Primavera, Julio vio que aún con el calor que había muchas personas estaban visitando y llevando flores a las tumbas de sus difuntos. Y se preguntó: -¿Y si yo hago algo más de dinero antes de llegar a la casa?
Y se le ocurrió comprar una caja de refrescos fríos en la licorería “El Tuqueque” y pedir prestado un destapador. Con el mismo entusiasmo alzó la caja, se la puso al hombro, y a pleno mediodía entró a ofrecerlos a quienes estaban trabajando en la limpieza de las tumbas y a las que habían ido a visitar a sus deudos.
Los refrescos los compraba a 0,25 céntimos cada uno y como la caja traía 24 botellas tenía que pagar en la licorería 6 bolívares por cada caja, y además dejar 4 bolívares en garantía, por las botellas vacías que deberían regresar completas.
Decidió vender cada refresco a tres lochas, es decir a 0,37 céntimos cada uno y así se ganaría por cada caja 24 lochas, es decir 3 bolívares.
Luego de 4 horas de entrar y salir del cementerio a pleno sol y con su caja al hombro, Julio había vendido 4 cajas de refrescos y había ganado 12 bolívares, que sumados a los 32,25 que se ganó barriendo el taller eran 44,25 bolívares que ahora llevaría para su casa.
La mamá y el papá de Julio se alegraron y lloraron al recibir el dinero de su hijo, que ya no era tan muchacho, pues con apenas 14 años les había demostrado que podía cumplir con sus obligaciones y responsabilidades como cualquier hombre, trabajando para una empresa.
Yo de esta empresa no me voy. Aquí tiene que haber algo que
yo aprenda a hacer para quedarme. Voy a hacer amistades y estaré pendiente de
lo que escuche de mis compañeros para saber que hicieron para quedarse.
domingo, 8 de noviembre de 2020
Y LE DIERON UNA ESCOBA COMO SI FUERA UN FUSIL
Me dijo mi nieta que regalara uno de los capítulos del libro “Los Cuentos de Julio”, a todas las personas que escriban informando su ocupación, edad, cantidad de hijos y lugar donde reside. El que les voy a enviar tiene por título: “Y LE DIERON UNA ESCOBA COMO SI FUERA UN FUSIL” y es el primero del libro.
Así que puedes escribir a: librosrorolu@gmail.com con la información solicitada.
Roberto
Rolo Luis