jueves, 1 de julio de 2021

"Quirófano y las Catalinas"

INTRODUCCIÓN: 

El lugar donde se desarrolla la serie de estos 18 cuentos y sus personajes es imaginario y se llama “El Paraíso”, un caluroso pueblito que pudiera estar ubicado en cualquier lugar, del Occidente de Venezuela. 

La Bodega tiene por nombre “La Estrella” y el dueño se llama Felipe. La Zapatería también se llama “La Estrella” y el Zapatero tiene por nombre Damián y es el primo de Felipe. El Cura, que viene solamente los domingos a bautizar y a dar la misa, se llama Elvidio.

El Bar que tiene tres mesas de billar, dos para el dominó y un patio con buena sombra para jugar partidas de bolas criollas, tiene por nombre “La Cordillera” y su dueño es Daniel. 

La plaza del pueblo se llama El Edén, tiene siete árboles de caoba, ocho matas de guayaba y tres bancos de cemento, donde se lo pasa escribiendo quien sabe de qué y de cuantas cosas, un viejito que nació en la capital que se llama Roberto y que vive con su mujer en Casi casi el pueblo contiguo. 

Julio y Santiago, son un par de amigos que visitan eventualmente a Roberto y el único perro que hay en El Paraíso atiende por el nombre de Quirófano. 

En Casi casi está la esposa de Roberto que se llama Carmen Josefina, aquí también está la comisaría, la escuela y la farmacia; este pueblo queda a media hora del Paraíso, andando por un camino de tierra bordeado de Cactus y Cujíes que están doblados hacia el oeste por el calor y las fuertes brizas que los empujan. 

Con estos 18 cuentos y los poemas anexos al final del libro, quiero dejar además de un medio de recreación con su lectura, algunas enseñanzas sobre las costumbres de la gente de nuestros pueblos.

Espero que les gusten. (Y que no se los cuenten a nadie) 

Roberto Rolo Luis. 

Maracay 2019 



Quirófano y las catalinas. (1) … 



La Semana Santa del año pasado llegó al Paraíso una familia que venía de Caracas, eran cuatro personas adultas y una niña como de 7 años, que vinieron a pasar unos días en la casa amarilla que tiene el techo de tejas a dos aguas; la que está bajando muy cerca de la iglesia y que tiene una cerca bajita y una palmera grande en el patio.

Es la casa donde vivía Nuvia Guadalupe antes de casarse. 

Deben ser familia porque la señora que vino en la camioneta y ella se parecen bastante.  

Uno de esos días me acerque a la Bodega La Estrella y vi cuando el viejo Roberto entraba como siempre a comprar catalinas y por coincidencia, creo yo, una señora que había venido de Caracas salía con una bolsa de papel con las cosas que había comprado y se cruzaron en la puerta, Roberto se apartó un poco con elegancia para dejar la puerta libre a la bonita señora, pero como ellos no se conocían no se saludaron solo hubo una mirada de respeto y simpatía de uno por el otro. 

Apenas entrar, Roberto le preguntó a Felipe que quien era esa señora tan elegante que había salido y a quien no había visto nunca antes por el pueblo, y Felipe le contestó que ella había venido con unos señores a pasar unos días en el Paraíso y que llevó carne, verduras y aliños para hacer un sancocho y una parrilla esta tarde. 

Roberto se quedó en silencio y volteo su cara hacia la plaza para ver si estaba desocupado el banco que siempre utilizaba, el que está bajo la sombra del Caobo: Y el banco estaba solo. Pidió dos catalinas y salió con ellas y su libreta bajo el brazo para seguir escribiendo sobre las cosas que recuerda de su infancia y que está mezclando poco a poco con lo que ve y pasa en este pueblo. 

Cualquier día me acerco a dónde está este señor y le pido prestado esos apuntes para leerlos y ver si me dice lo qué piensa hacer con ellos. 

Todas las tardes como a las cinco, Roberto regresa caminando a su casa en Casicasi, donde vive con Carmen Josefina desde hace un poco más de tres años. 

Una de las dos catalinas que compra Roberto todos los días es para dársela a Quirófano, y desde aquí puedo ver cuando la parte por la mitad y le da un trozo al perro y el animal permanece tranquilo echado a sus pies. No hay nada que los separe, hasta parece que hablaran y se entendieran mutuamente. 

Cuando el sol comienza a ocultarse, Roberto cansado de la dureza del banco se levanta y Quirófano también se para y se marcha para algún rincón del pueblo a soñar con las cosas que escuchó ese día y a esperar que amanezca para encontrase de nuevo con su amigo.