NO A LA EXPORTACIÓN DE PETROLEO
Emilio
Hernández (Correo del Orinoco, 21/4/2022)
El título de este artículo parece bastante provocador, dado
que nuestra historia reciente ha sido la de un país exportador de petróleo. Si,
es provocador, a pesar de que es una propuesta absolutamente en serio.
Debemos dejar de exportar crudo.
Así, sin más. Podemos proponernos una fecha, digamos el 2030
o el 2035, y prepararnos desde ahora. La energía que produce el petróleo es más
valiosa que el petróleo como mercancía y cada vez más será así.
¿Hasta cuándo vamos a seguir jugando el rol que nos
asignaron las metrópolis económicas, de exportadores de materias primas e
importadores de productos elaborados con un altísimo valor agregado?
Debemos plantear a los inversionistas chinos, rusos, latinoamericanos,
incluso estadounidenses y europeos: que pueden usar nuestro petróleo para generar
energía, pero en el territorio nacional. Si invierten en el país, para producir
cualquier cosa con valor agregado, aunque sean zapatos, les damos petróleo o la
energía a precios bajos. Si extraen el petróleo y generan su energía, por
ejemplo en un conglomerado industrial, hasta les podemos regalar el petróleo
que extraigan, si el aporte a la economía nacional es considerable. Es más
digno ofrecer esto que sueldos “competitivos” (léase irrisorios) para nuestros
compatriotas.
Es más rentable exportar los productos elaborados, después
de satisfacer el mercado nacional. La ganancia es mucho mayor, la clave es el
valor agregado. Debemos trabajar muy duro por lograr la Venezuela
post-rentista, tenemos que producir más y elevar nuestro nivel de autarquía.
Como la excepción confirma la regla, podemos definir algunas
excepciones. Por ejemplo, se podría exportar productos refinados de gas y
petróleo: lubricantes o plásticos. Incluso gasolina, pero no crudo. Otra
posible excepción a la regla: hacer exportaciones limitadas de petróleo
excedente si el precio sobrepasa, digamos, los 200 dólares el barril.
Estamos tan colonizados mentalmente y asumimos tan
mansamente nuestro rol de economía periférica, que este planteamiento de no
exportar más crudo puede sonar exagerado, incluso descabellado.
Hace casi diez años propuse vender el petróleo en un
instrumento llamado petro, lo que le sonaba muy extraño a los “analistas”.
Ahora todo el mundo entiende la propuesta de vender commodities en petros,
porque Rusia tomó la decisión de vender commodities en rublos.
Un problema que tenemos es una baja capacidad de análisis
independiente. Nos convence que ya otros hubieran innovado antes que nosotros,
nos guiamos más por falacias de autoridad que por auténtico razonamiento
creativo.
No es la primera vez que propongo en esta columna no
exportar más crudo. Sería muy digno tomar esa decisión antes de que los
clientes decidan no comprarnos más crudo, por sustitución de fuentes de
energía. Ojalá que no tengamos que esperar a que otros lo hagan primero para
entenderlo.
No a la exportación de petróleo. Si a su uso en el
territorio nacional. Atraigamos inversiones para ello y ¡venceremos!