Existe un remedio y una efectiva herramienta que como por arte de magia puede aliviar y sanar nuestras heridas: El Perdón. No es debilidad o rendición, no significa aceptar que estábamos equivocados y que nuestro agresor tenia razón; tampoco significa olvidar y liberar de la responsabilidad al otro. Perdonar es sacarnos el veneno que corre por nuestras venas y entregarle a Dios la situación. Recordemos que la vida se ocupa de darnos lo que merecemos, como consecuencia de nuestra actuación y sentimientos. “Errar es humano y perdonar es divino”. El perdón nos permitirá vivir en paz, reconciliarnos con el pasado y seguir adelante. El perdón es en síntesis, un regalo que nos hacemos a nosotros mismos, pues vivir con las ofensas, perjudica el alma y nuestro cuerpo.
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