Gracias al poder de Dios hoy disfruto de salud. Tengo una chispa divina que es como una luz que vivifica cada célula, tejido y órgano de mi cuerpo y así, como la chispa de una vela da su luz a una habitación, esa chispa vive en mí y me brinda un poder sanador que no conoce límites. Ella obra en mí todo el tiempo y es parte de quien soy.
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