Cuentos de Julio (11)
Me dijo que me quedara y él
renunció primero.
Roberto Rolo Luis.
A
pesar de la normalidad y la estabilidad en el trabajo como mecánico de turno en
Kuraven, las cosas para Julio desde el punto de vista económico no eran
fáciles, tener una esposa y tres hijos que mantener, con dos que ya estaban
estudiando, era una realidad que preocupaba y lo hacía pensar. ¿Y qué pasará si
voy montando un taller de herrería en mi casa, como lo hizo Pacheco?
Lo
comentó esa noche con Carlota quien le dijo que lo pensara bien ya que
cualquier decisión que tomara afectaría para bien o para mal a la familia, también
le recordó que tuviera mucho cuidado con las cosas que comprara, para que fuesen
de buena calidad y duraran bastante, Ella
en definitiva también estuvo de acuerdo en montar el pequeño taller.
Ese
diciembre no hubo estrenos ni para Julio ni para Carlota, sólo compraron algo
de ropa y zapatos para los muchachos y los regalos del niño Jesús que nunca faltaban.
Con los ahorros que hacía Carlota a lo largo del año, más las vacaciones y las
utilidades que se recibieron en diciembre, habían reunido 6.500,00 bolívares que
parecían suficientes para comprar algunas de las máquinas y herramientas que hacían
falta.
Julio
buscó presupuesto en la “Casa del Pueblo” y en la “Casa Sivira” que eran las
dos ferreterías mejor surtidas de Maracay; de acuerdo a los precios que le
dieron, el dinero que tenía no alcanzaba para comprar lo que hacía falta.
Además tenía que cambiar el carro por una camioneta pickup, para poder comprar materiales
y llevar los trabajos a la casa de los clientes.
-Le
preguntó a Carlota: -¿Por dónde comienzo? -¿Qué compro primero? -¿Valdrá la
pena seguir adelante con esta idea?
-Julio,
problemas siempre vamos a tener, pero si es están en nuestras vidas para
resolverlos; si yo estuviese en tu lugar lo primero que compraría serían los
materiales para hacer la mesa de trabajo y después vamos viendo.
-Pero
Carlota, la plata que tenemos no alcanza para comprar todo, los precios que me
dieron hoy son elevados y no nos podemos quedar limpios.
-¿Preguntaste
en FERRISOLDER? -Yo pase un día por ese negocio y tenían máquinas de soldar y
otras cosas en exhibición. Esa es una Ferretería que está por la calle Miranda,
viniendo a mano izquierda al pasar la calle Libertad y antes de llegar a la Carabobo. ¿Por qué no pasas por allá y
preguntas?
Julio
fue a donde su mujer le había dicho, y al día siguiente por la tarde llegó una
camioneta a la puerta de la casa, con todas las cosas que había comprado. La
factura decía:
1
|
Máquina de soldar Lincol de
50 a 250 AMP
|
900.00
|
|
1
|
Esmeril de mano Bosh, de 7”
|
450.00
|
|
1
|
Tronzadora de disco, de 25”
|
850.00
|
|
1
|
Una prensa de banco, No. 7
|
350.00
|
|
1
|
Kilo de Electrodos AGA de
1/8
|
38.00
|
|
1
|
Careta de soldar
|
35.00
|
|
1
|
Par de Guantes de Cuero
|
30.00
|
|
1
|
Escuadra de 90 º y de 35”
para herrero
|
35.00
|
|
1
|
Brocha de 4”
|
12.00
|
|
1
|
Galón de pintura
anticorrosiva Sherwin Wiliams
|
38.00
|
|
2
|
Discos de esmeril de 7”
|
40.00
|
|
2
|
Discos de esmeril de 27”
para la tronzadora
|
60.00
|
|
Total:
|
2.833.00
|
La
alegría fue inmensa, los muchachos querían abrir las cajas para ver lo que su
papá había comprado. La factura era por 2833,00 bolívares.
Adrián,
el hijo mayor, preguntó: ¿Papá, tú me vas a enseñar a soldar? -Yo te quiero
ayudar. -Seguro hijo, lo haré poco a poco, pero tendrá que ser con mucho cuidado
para que no te quemes. Otra cosa, tienes que
portarte bien la escuela si quieres que te enseñe.
-Ahora
falta lo principal, dijo Carlota: los materiales para hacer la mesa de trabajo.
-Tranquila
mujer que mañana voy a ACEROMAT que tiene todo tipo de materiales y buenos
precios, además ellos lo traen hasta la puerta y nos ahorramos el flete.
Julio
compró una lámina de hierro negro de 2 X 1 metros y de 3/8” de grosor. También
pidió que le trajeran 4 trozos de viga H
cortados a 90 cm de largo cada uno, para hacer las patas de la mesa. (La lamina
y los cuatro trozos de viga, costaron Bs.1050.00). Antes de salir del negocio vio que estaban
vendiendo un taladro marca “Bosh de 3/8” y una “Cizalla” usados. Preguntó el
precio y eran Bs. 750.00 las dos herramientas, pero no podía gastar el dinero
que le quedaba, pensando que podía hacer falta para alguna emergencia. ¡Yo me llevo
hoy ese taladro y la cizalla! se dijo a si mismo, voy a hablar con el gerente y
le digo que las necesito, que me las fie para ir pagando poco a poco con los
trabajos que vaya haciendo. El gerente tuvo confianza en Julio, le pidió una
copia de la cédula de identidad y aceptó la propuesta.
Ese
mismo fin de semana Carlota y Julio comenzaron a hacer la mesa, el sábado trabajaron
hasta bien tarde y quedó lista. Al día siguiente le instalaron la prensa y la
pintaron. El hermano de Julio, que
trabajaba como electricista de instalaciones y montajes, tenía unos ahorros, y le
había dicho que lo acompañara a Caracas a ver unas máquinas usadas que estaban
vendiendo, para ver si servían como negocio o para ponerlas a trabajar.
Los
japoneses y Julio se llevaban bien, pero de aumentarle el sueldo no le decían
nada. El taller ya estaba montado pero no salía mucho trabajo y tampoco había
tiempo para trabajar la herrería. En los primeros 3 meses, solamente habían
construido una puerta, una ventana basculante y 15 parrilleras que encargaron
del Restaurante “Las Tres Topias”, que quedaba en las Delicias. Por las noches
no se podía hacer ruidos para no molestar a los vecinos, y ahora para completar
las dificultades a Julio lo habían puesto a trabajar en turnos diferentes cada
semana, lo cual lo dejaba bastante cansado. Por eso fue que comenzó a evaluar en
serio retirarse de KURAVEN para dedicarse a su taller, pero le daba miedo quedar
sin ingresos mientras se daba a conocer. Para Julio y su mujer la comida y la
salud de sus hijos estaban sobre cualquier otra necesidad.
Las
maquinas que vieron eran usadas pero
estaban en muy buenas condiciones: Una
dobladora 1.40 cm, Una Guillotina
de 1.40 cm, Un taladro de árbol de 1/2”, Una prensa excéntrica de 2 Toneladas y
varios troqueles. Las vieron, les gustaron, hicieron el negocio, alquilaron un
camión y se vinieron ellos y las maquinas
en el mismo camión para Maracay. Ambos hermanos eran soñadores.
Como
el taller no daba casi ninguna ganancia y a Julio ya no le gustaba tener que
estar trabajando con hierros, un día habló con su hermano y acordó venderle las
herramientas de herrería que guardaba en su casa. El hermano de Julio ya tenía
montadas en un galponcito, las maquinas que habían comprado en Caracas y ahora
con las de Julio si tendrían un taller completo, y así fue como nació y aún existe,
el “Taller de Herrería La Estrella”.
Durante
los 4 años que Julio trabajó en Kuraven, tuvo la oportunidad de hacer varios
cursos en el INCE y en ellos pudo hacer amistad con personas distintas a sus
compañeros de trabajo. Entre los cursos que realizó estaban: “Relaciones
Públicas y Humanas”, “CAS 30”, que era un curso para la capacitación y el
adiestramiento de Supervisores, el “FIE 30” un curso para formar Instructores
dentro de las empresas, un curso de “ELOCUCIÓN” que permitía a los Instructores
y Supervisores, aprender una mejor forma de comunicarse en público. Además Julio
mantenía el hábito de la lectura, por lo que cada día después de descansar
dedicaba dos o tres horas para leer de todo, en el patio de su casa. Conservaba
y aún conserva en buen estado, la obra “El Sendero de la Felicidad” un libro
que le regaló su mamá cuando cumplió 25 años.
Julio
y Carlota cada vez que podían iban al Mercado Principal, el que está en el cruce
de la calle “Santos Michelena” con la calle “Pérez Almarza”, preferían comprar
en ese mercado porque estaba bien surtido y porque las cosas eran más baratas, comprar
allí les permitía tomar de regreso el autobús del 23 de Enero que pasaba por la
Av. Bolívar que está más o menos cerca. Fue uno de esos domingos que al salir con
la compra, se encontraron con Aurelio en la puerta donde estaba el señor que
vendía chicha, fororo y ajonjolí. Aurelio era un señor que había hecho cursos
con Julio y que trabajaba en SAVIRAM.
-¡Aurelio
que bueno verte! -te presento a mi esposa.
-Mucho
gusto señora, -gracias Julio, ¿cómo
están las cosas?
-Luchando
amigo para sacar la familia adelante. ¿Y a ti como te va?
-
Gracias a Dios me está yendo bien, sigo en SAVIRAM, hace poco me nombraron
supervisor y me aumentaron el sueldo. Por cierto y si te interesa, te informo
que van a incorporar dos nuevos supervisores para los procesos metalmecánicos. Yo
creo que tú puedes optar por ese puesto,
tienes conocimientos y experiencia y has realizado los mismos cursos que yo.
Anímate y pasa por allá para presentarte la gente de Relaciones industriales. Lleva
el Curriculum y la copia de todos tus certificados.
Y
Julio fue a Saviram el lunes por la tarde, después de salir de su turno. Lo
entrevistaron y engancharon como supervisor en entrenamiento, y el sueldo que
le ofrecieron era bastante mejor que el que tenía en ese momento con los
japoneses. SAVIRAM era una empresa mediana que se dedicaba a la fabricación de
tubos rígidos y colapsibles de aluminio. Los rígidos eran para envasar productos
aerosoles, como el “Desodorante Mistral” o el Insecticida “Baygon”, y los
colapsibles en su gran mayoría, eran utilizados para las cremas dentales y medicinales,
como “Colgate” o el “Bálsamo Alesida”.
El
inicio en esta empresa no fue nada fácil, los trabajadores no aceptaban que
viniera alguien de afuera como supervisor, ellos consideraban que la antigüedad
que tenían en la empresa les daba derecho a ocupar ese cargo y fue por eso que surgió
una cadena de chismes, el rechazo y los sabotajes permanentes al trabajo y a la
imagen de Julio el nuevo supervisor.
Pero
era cuestión de tiempo para que la experiencia, los conocimientos y la forma humana y respetuosa de tratarlos se
impusieran. Y así con el tiempo, Julio pasó
de ser un Supervisor de turno a ocupar la Jefatura del Departamento de “Prensas
y Matricería” donde también hizo un buen trabajo. La empresa viendo los resultados, consideró que
merecía estar en un puesto donde pudiera desarrollar su potencial y fue promovido
como Jefe del “Departamento de Selección y Adiestramiento” reportando ahora a la Gerencia de Relaciones
Industriales. El puesto anterior de Julio fue cubierto por un ingeniero
mecánico, que había egresado de la ULA recientemente.
Para
ese momento el departamento de “Selección y Adiestramiento” no existía. Era un verdadero
reto, es cierto, pero a Julio no le gustaba mucho tener que dejar la Jefatura
de un departamento de producción, donde
llevaba trabajando casi 5 años, para comenzar a trabajar en un área administrativa,
que desconocía. Lo bueno era que había que crear el departamento desde cero. El objetivo principal según le informó el
gerente general, era elaborar los programas y el presupuesto anual de
adiestramiento para todo el personal, haciendo énfasis en la especialización de
los mecánicos y electricistas. El Gerente de Relaciones Industriales para ese
momento era el Lic. Álvarez, una persona joven y muy positiva, lo cual permitió que se hicieran buenos
amigos; el nivel de comunicación entre
ambos era muy sincero lo que facilitó el trabajo, ya que Julio no tenía experiencia
previa en ese tipo de tareas.
-Tranquilo
Julio que tú entiendes rápido, te voy a prestar unos libros de “Selección de Personal”
y otros que usé en la universidad, y te
voy a presentar al señor José Ponce que es un Supervisor del Programa Nacional
de Aprendizaje del INCE, para que te explique los detalles administrativos y
legales de ese programa, que es uno de los más importantes que tendrás que coordinar
y controlar.
Y
Julio aprendió. Preparó un manual para desarrollar la política y procedimientos
de selección para nuevos trabajadores, lo cual le generó un aumento de sueldo.
Coordinó el Programa Nacional de Aprendizaje de ese año y dictó el mismo varios
cursos dentro la empresa. Envió trabajadores a realizar cursos en el INCE y en empresas
didácticas. Inició un programa de
visitas a la empresa para los estudiantes y profesores de la “Escuela Técnica Industrial
Joaquín Avellán”. Formó mujeres para trabajar como mecánicas de turno y creó
una biblioteca, con libros que fueron aportados por los propios trabajadores y algunas
donaciones que recibió. El primer libro de esa biblioteca fue “El Mío Cid” que
fue donado por el señor Francisco Delgado, que era el jardinero de la empresa. La
idea era que los trabajadores pudieran llevar prestados buenos libros a sus
casas, para que se cultivaran intelectualmente.
Lamentablemente
un día falleció el señor Rezek, que había sido el gerente general de la empresa
por más de diez años y con este evento, comenzó un proceso de cambios y
re estructuración en toda la empresa.
El
Lic. Álvarez viendo lo que se avecinaba, comenzó a postularse y encontró un buen
trabajo en la Embotelladora “Pepsicola” que estaba en la zona industrial de
Villa de Cura, que le quedaba mucho más cerca de su casa.
Álvarez
notificó en un Memorando puesto en la cartelera, que estaría en el cargo hasta
el 15 de marzo. Después de leer la
noticia Julio se acercó a la oficina y le dijo:
-
Álvarez te deseo mucha suerte y recuerda que yo también tengo ganas de
encontrar otras oportunidades de trabajo. Si te enteras de algo bueno para mí, por
favor me avisas.
Julio
vivía pensando en lo que podría pasar
con su cargo, con motivo de la reorganización que estaban haciendo en la
empresa. A lo mejor me dicen que me vaya se imaginaba, y eso lo entristecía ya
que le había comenzado a gustar el trabajo de Selección y Adiestramiento. Era un
trabajo de oficina, y era gratificante poder atender en nombre de la empresa las
supervisiones del INCE, también era feliz cuando dictaba un curso o cuando recibía
el agradecimiento de los trabajadores, que le traían para que lo viera, el
diploma que habían recibido en alguna actividad. En esas cavilaciones estaba
cuando llegó de repente el Lic. Álvarez a su oficina, acompañado por otro señor.
-Julio,
este es el señor Milton Hoyt quien ocupará mí puesto a partir del 15 de este
mes. El viene de ser el gerente de administración en una empresa metalmecánica
y será tu nuevo jefe a partir del 15.
-Señor
Milton para que no se sorprenda, le informo que Julio también está pensando en irse
de la empresa.
-Pero
bueno -dijo el señor Milton- mientras estrechaba la mano de Julio. Si todos
ustedes se van yo me voy a quedar solo. -Mire Julio, el licenciado Álvarez me
ha hablado muy bien de usted, de como lo ha apoyado y de todo su potencial gerencial
en esta área, por eso le quiero pedir que no renuncie, yo tengo varias ideas
que me gustaría poder emprender con su ayuda. Trabajemos juntos y usted verá
cómo cambiarán las cosas para todos. Yo soy directivo de la Cámara de
Industriales del Estado Aragua y miembro del Rotary Club de Maracay donde tengo
muchos amigos que me gustaría poder presentarle. Quédese y verá que si podemos
trabajar juntos.
Por
la sinceridad y elocuencia con la que habló el señor Milton, a Julio le pareció
buena persona y que llegarían a ser grandes amigos, por eso postergó su renuncia.
Las
primeras dos semanas Milton y Julio se reunieron varias veces para intercambiar
ideas sobre los problemas de la empresa y las cosas que aún estaban pendientes.
Milton lo invitó a su apartamento y allí le presentó a su esposa, la señora
Rosita y a sus dos hijos varones que tenían edades parecidas los hijos de
Julio.
Milton
era buen lector y había consolidado una colección que tenía en un cuarto acondicionado
como estudio, donde se encerraba a escuchar música y leer. En este estudio
también guardaba una bonita colección de armas de fuego, ya que era aficionado
al Tiro de Combate. -Te
invito para que vayamos este domingo al Polígono para que practiques. Y Julio
se entusiasmó, sería otra experiencia ya que él nunca en su vida había tenido
un arma en sus manos y mucho menos la había disparado.
Pero
como en la vida uno propone y es Dios quien dispone, Milton Hoyt se retiró
antes de cumplir un mes en SAVIRAM. Lo llamaron de FAIRBANKS MORSE la empresa
donde trabajaba anteriormente, para que regresara a ocupar el mismo cargo.
Y
Julio se quedó esperando para ir a disparar en el Polígono.
¡Qué
buena vaina!, Milton me convenció para que no renunciara y él fue quien se fue primero.
No hay más remedio, tendré que seguir aquí haciendo las cosas bien, hasta que
aparezca algo nuevo.
Y
eso apareció y significó un cambio trascendente en su vida… (Continuará…)