viernes, 27 de mayo de 2011

Si no existiera Dios, habría que inventarlo.

Si no existiera Dios habría que inventarlo.
Los necios y prepotentes dicen que no existe porque nunca lo han visto.

       Otros escépticos explican el milagro de la vida basados en la química, la materia, las leyes físicas y se jactan de ser “realistas” y ateos.

Pero: ¿cómo afirmaría un ciego la existencia de las estrellas sin verlas? ¿Cómo un sordo explicará una hermosa sinfonía sin haberla escuchado? ¿De qué manera sabría el analfabeta lo que está escrito en El Quijote o en los jeroglíficos egipcios? ¿Cómo un paralítico subiría al Everest para atestiguar su grandeza? ¿Y un mudo, cómo diría su verdad sin conocerla? ¿Y el amargado sabría explicar la dulzura de la vida? ¿Y el amor quién lo explicará sin sentir su milagro?

Bien escribió cierto místico que somos demasiado pequeños para pensar en la grandeza de Dios; demasiado ocupados para ocuparnos de él; demasiado olvidadizos para recordarle; demasiado tarde para llegar a él cuando llega la muerte; demasiado felices para agradecer lo que hace por nosotros y demasiado sabios para buscar su sabiduría.

Sólo la sabiduría del corazón reconoce su grandeza; sólo el que ama testifica su prodigio.

1 comentario:

Miriam Milena dijo...

Demasiado hermoso y demasiado cierto! lo copio para compartir! besos!