El evangelio de San Juan 20:7 nos dice que el sudario, que
le fue colocado en el rostro a Jesús en su a un lado. El sudario fue bien
doblado y se colocó en un lugar aparte.
El primer día sepelio, estaba después del sábado por la
mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y
encontró que la piedra había sido removida de la entrada. Ella dijo: “Se han
llevado el cuerpo del Señor del sepulcro, y no sabemos dónde lo han puesto”.
Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro, pero el otro discípulo
corrió más que Pedro y llegó antes. Se inclinó, vio los lienzos caídos, pero no
entró.
Pedro llegó detrás y entró en el sepulcro y vio las vendas
en el suelo. El sudario que había cubierto la cabeza del Señor no estaba junto
a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte.
-¿Es realmente relevante este detalle?
La servilleta doblada sobre la mesa tenía un significado muy
particular, una tradición judía sobre el Maestro y el siervo, y todos los niños
judíos conocían esta tradición.
Cuando el siervo ponía la mesa de la cena para el Maestro,
se aseguraba de ponerla exactamente de la manera que al Maestro le gustaba. La
mesa debía estar a la perfección, casi como para un ritual sagrado. Luego el
criado tenía que esperar fuera de la vista de los comensales, hasta que el
Maestro hubiera terminado de comer. El siervo no se atrevía a acercarse a la
mesa, hasta que el Maestro hubiese concluido.
Pero si el Maestro se levantaba y doblaba la servilleta y la
ponía junto a su plato, el siervo entendía que no debía acercarse a la mesa. ¿Por
qué? Porque la servilleta doblada significaba “aún no he terminado, volveré”.
Por eso en cada
celebración de la misa, el sacerdote dobla el corporal, porque Cristo volverá a
hacerse presente en otra celebración.
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