jueves, 28 de mayo de 2020


 Cuentos de Julio (11)
Me dijo que me quedara y él renunció primero.
Roberto Rolo Luis.

A pesar de la normalidad y la estabilidad en el trabajo como mecánico de turno en Kuraven, las cosas para Julio desde el punto de vista económico no eran fáciles, tener una esposa y tres hijos que mantener, con dos que ya estaban estudiando, era una realidad que preocupaba y lo hacía pensar. ¿Y qué pasará si voy montando un taller de herrería en mi casa, como lo hizo Pacheco? 

Lo comentó esa noche con Carlota quien le dijo que lo pensara bien ya que cualquier decisión que tomara afectaría para bien o para mal a la familia, también le recordó que tuviera mucho cuidado con las cosas que comprara, para que fuesen de  buena calidad y duraran bastante, Ella en definitiva también estuvo de acuerdo en montar el pequeño taller.

Ese diciembre no hubo estrenos ni para Julio ni para Carlota, sólo compraron algo de ropa y zapatos para los muchachos y los regalos del niño Jesús que nunca faltaban. Con los ahorros que hacía Carlota a lo largo del año, más las vacaciones y las utilidades que se recibieron en diciembre, habían reunido 6.500,00 bolívares que parecían suficientes para comprar algunas de las máquinas y herramientas que hacían falta.

Julio buscó presupuesto en la “Casa del Pueblo” y en la “Casa Sivira” que eran las dos ferreterías mejor surtidas de Maracay; de acuerdo a los precios que le dieron, el dinero que tenía no alcanzaba para comprar lo que hacía falta. Además tenía que cambiar el carro por una camioneta pickup, para poder comprar materiales y llevar los trabajos a la casa de los clientes.

-Le preguntó a Carlota: -¿Por dónde comienzo? -¿Qué compro primero? -¿Valdrá la pena seguir adelante con esta idea?

-Julio, problemas siempre vamos a tener, pero si es están en nuestras vidas para resolverlos; si yo estuviese en tu lugar lo primero que compraría serían los materiales para hacer la mesa de trabajo y después vamos viendo.

-Pero Carlota, la plata que tenemos no alcanza para comprar todo, los precios que me dieron hoy son elevados y no nos podemos quedar limpios.

-¿Preguntaste en FERRISOLDER? -Yo pase un día por ese negocio y tenían máquinas de soldar y otras cosas en exhibición. Esa es una Ferretería que está por la calle Miranda, viniendo a mano izquierda al pasar la calle Libertad y antes de llegar a la  Carabobo. ¿Por qué no pasas por allá y preguntas?

Julio fue a donde su mujer le había dicho, y al día siguiente por la tarde llegó una camioneta a la puerta de la casa, con todas las cosas que había comprado. La factura decía:
1
Máquina de soldar Lincol de 50 a 250 AMP
900.00
1
Esmeril de mano Bosh, de 7”
450.00
1
Tronzadora de disco, de 25”
850.00
1
Una prensa de banco, No. 7
350.00
1
Kilo de Electrodos AGA de 1/8
38.00
1
Careta de soldar
35.00
1
Par de Guantes de Cuero
30.00
1
Escuadra de 90 º y de 35” para herrero
35.00
1
Brocha de 4”
12.00
1
Galón de pintura anticorrosiva Sherwin Wiliams
38.00
2
Discos de esmeril de 7”
40.00

2
Discos de esmeril de 27” para la tronzadora
60.00


Total:
2.833.00


La alegría fue inmensa, los muchachos querían abrir las cajas para ver lo que su papá había comprado. La factura era por 2833,00 bolívares.

Adrián, el hijo mayor, preguntó: ¿Papá, tú me vas a enseñar a soldar? -Yo te quiero ayudar. -Seguro hijo, lo haré poco a poco, pero tendrá que ser con mucho cuidado para que no te quemes. Otra cosa, tienes que  portarte bien la escuela si quieres que te enseñe.

-Ahora falta lo principal, dijo Carlota: los materiales para hacer la mesa de trabajo.
-Tranquila mujer que mañana voy a ACEROMAT que tiene todo tipo de materiales y buenos precios, además ellos lo traen hasta la puerta y nos ahorramos el flete.

Julio compró una lámina de hierro negro de 2 X 1 metros y de 3/8” de grosor. También pidió que le trajeran  4 trozos de viga H cortados a 90 cm de largo cada uno, para hacer las patas de la mesa. (La lamina y los cuatro trozos de viga, costaron Bs.1050.00).  Antes de salir del negocio vio que estaban vendiendo un taladro marca “Bosh de 3/8” y una “Cizalla” usados. Preguntó el precio y eran Bs. 750.00 las dos herramientas, pero no podía gastar el dinero que le quedaba, pensando que podía hacer falta para alguna emergencia. ¡Yo me llevo hoy ese taladro y la cizalla! se dijo a si mismo, voy a hablar con el gerente y le digo que las necesito, que me las fie para ir pagando poco a poco con los trabajos que vaya haciendo. El gerente tuvo confianza en Julio, le pidió una copia de la cédula de identidad y aceptó la propuesta.

Ese mismo fin de semana Carlota y Julio comenzaron a hacer la mesa, el sábado trabajaron hasta bien tarde y quedó lista. Al día siguiente le instalaron la prensa y la pintaron.  El hermano de Julio, que trabajaba como electricista de instalaciones y montajes, tenía unos ahorros, y le había dicho que lo acompañara a Caracas a ver unas máquinas usadas que estaban vendiendo, para ver si servían como negocio o para ponerlas a trabajar.

Los japoneses y Julio se llevaban bien, pero de aumentarle el sueldo no le decían nada. El taller ya estaba montado pero no salía mucho trabajo y tampoco había tiempo para trabajar la herrería. En los primeros 3 meses, solamente habían construido una puerta, una ventana basculante y 15 parrilleras que encargaron del Restaurante “Las Tres Topias”, que quedaba en las Delicias. Por las noches no se podía hacer ruidos para no molestar a los vecinos, y ahora para completar las dificultades a Julio lo habían puesto a trabajar en turnos diferentes cada semana, lo cual lo dejaba bastante cansado. Por eso fue que comenzó a evaluar en serio retirarse de KURAVEN para dedicarse a su taller, pero le daba miedo quedar sin ingresos mientras se daba a conocer. Para Julio y su mujer la comida y la salud de sus hijos estaban sobre cualquier otra necesidad.

Las maquinas que vieron  eran usadas pero estaban en muy buenas condiciones: Una  dobladora  1.40 cm, Una Guillotina de 1.40 cm, Un taladro de árbol de 1/2”, Una prensa excéntrica de 2 Toneladas y varios troqueles. Las vieron, les gustaron, hicieron el negocio, alquilaron un camión y se vinieron ellos y las maquinas  en el mismo camión para Maracay. Ambos hermanos eran soñadores.

Como el taller no daba casi ninguna ganancia y a Julio ya no le gustaba tener que estar trabajando con hierros, un día habló con su hermano y acordó venderle las herramientas de herrería que guardaba en su casa. El hermano de Julio ya tenía montadas en un galponcito, las maquinas que habían comprado en Caracas y ahora con las de Julio si tendrían un taller completo, y así fue como nació y aún existe, el “Taller de Herrería La Estrella”.

Durante los 4 años que Julio trabajó en Kuraven, tuvo la oportunidad de hacer varios cursos en el INCE y en ellos pudo hacer amistad con personas distintas a sus compañeros de trabajo. Entre los cursos que realizó estaban: “Relaciones Públicas y Humanas”, “CAS 30”, que era un curso para la capacitación y el adiestramiento de Supervisores, el “FIE 30” un curso para formar Instructores dentro de las empresas, un curso de “ELOCUCIÓN” que permitía a los Instructores y Supervisores, aprender una mejor forma de comunicarse en público. Además Julio mantenía el hábito de la lectura, por lo que cada día después de descansar dedicaba dos o tres horas para leer de todo, en el patio de su casa. Conservaba y aún conserva en buen estado, la obra “El Sendero de la Felicidad” un libro que le regaló su mamá cuando cumplió 25 años.

Julio y Carlota cada vez que podían iban al Mercado Principal, el que está en el cruce de la calle “Santos Michelena” con la calle “Pérez Almarza”, preferían comprar en ese mercado porque estaba bien surtido y porque las cosas eran más baratas, comprar allí les permitía tomar de regreso el autobús del 23 de Enero que pasaba por la Av. Bolívar que está más o menos cerca. Fue uno de esos domingos que al salir con la compra, se encontraron con Aurelio en la puerta donde estaba el señor que vendía chicha, fororo y ajonjolí.  Aurelio era un señor que había hecho cursos con Julio y que trabajaba en SAVIRAM.

-¡Aurelio que bueno verte! -te presento a mi esposa.

-Mucho gusto señora, -gracias Julio,  ¿cómo están las cosas?

-Luchando amigo para sacar la familia adelante. ¿Y a ti como te va?

- Gracias a Dios me está yendo bien, sigo en SAVIRAM, hace poco me nombraron supervisor y me aumentaron el sueldo. Por cierto y si te interesa, te informo que van a incorporar dos nuevos supervisores para los procesos metalmecánicos. Yo creo que tú  puedes optar por ese puesto, tienes conocimientos y experiencia y has realizado los mismos cursos que yo. Anímate y pasa por allá para presentarte la gente de Relaciones industriales. Lleva el Curriculum y la copia de todos tus certificados.

Y Julio fue a Saviram el lunes por la tarde, después de salir de su turno. Lo entrevistaron y engancharon como supervisor en entrenamiento, y el sueldo que le ofrecieron era bastante mejor que el que tenía en ese momento con los japoneses. SAVIRAM era una empresa mediana que se dedicaba a la fabricación de tubos rígidos y colapsibles de aluminio. Los rígidos eran para envasar productos aerosoles, como el “Desodorante Mistral” o el Insecticida “Baygon”, y los colapsibles en su gran mayoría, eran utilizados para las cremas dentales y medicinales, como “Colgate” o el “Bálsamo Alesida”.

El inicio en esta empresa no fue nada fácil, los trabajadores no aceptaban que viniera alguien de afuera como supervisor, ellos consideraban que la antigüedad que tenían en la empresa les daba derecho a ocupar ese cargo y fue por eso que surgió una cadena de chismes, el rechazo y los sabotajes permanentes al trabajo y a la imagen de Julio el nuevo supervisor.

Pero era cuestión de tiempo para que la experiencia, los conocimientos  y la forma humana y respetuosa de tratarlos se impusieran. Y así con el tiempo,  Julio pasó de ser un Supervisor de turno a ocupar la Jefatura del Departamento de “Prensas y Matricería” donde también hizo un buen trabajo.  La empresa viendo los resultados, consideró que merecía estar en un puesto donde pudiera desarrollar su potencial y fue promovido como Jefe del “Departamento de Selección y Adiestramiento”  reportando ahora a la Gerencia de Relaciones Industriales. El puesto anterior de Julio fue cubierto por un ingeniero mecánico, que había egresado de la ULA recientemente.

Para ese momento el departamento de “Selección y Adiestramiento” no existía. Era un verdadero reto, es cierto, pero a Julio no le gustaba mucho tener que dejar la Jefatura de un departamento de producción,  donde llevaba trabajando casi 5 años, para comenzar a trabajar en un área administrativa, que desconocía. Lo bueno era que había que crear el departamento desde cero.  El objetivo principal según le informó el gerente general, era elaborar los programas y el presupuesto anual de adiestramiento para todo el personal, haciendo énfasis en la especialización de los mecánicos y electricistas. El Gerente de Relaciones Industriales para ese momento era el Lic. Álvarez, una persona joven y muy positiva,  lo cual permitió que se hicieran buenos amigos;  el nivel de comunicación entre ambos era muy sincero lo que facilitó el trabajo, ya que Julio no tenía experiencia previa en ese tipo de tareas.

-Tranquilo Julio que tú entiendes rápido, te voy a prestar unos libros de “Selección de Personal” y otros que usé en la universidad,  y te voy a presentar al señor José Ponce que es un Supervisor del Programa Nacional de Aprendizaje del INCE, para que te explique los detalles administrativos y legales de ese programa, que es uno de los más importantes que tendrás que coordinar y controlar.

Y Julio aprendió. Preparó un manual para desarrollar la política y procedimientos de selección para nuevos trabajadores, lo cual le generó un aumento de sueldo. Coordinó el Programa Nacional de Aprendizaje de ese año y dictó el mismo varios cursos dentro la empresa. Envió trabajadores a realizar cursos en el INCE y en empresas didácticas.  Inició un programa de visitas a la empresa para los estudiantes y profesores de la “Escuela Técnica Industrial Joaquín Avellán”. Formó mujeres para trabajar como mecánicas de turno y creó una biblioteca, con libros que fueron aportados por los propios trabajadores y algunas donaciones que recibió. El primer libro de esa biblioteca fue “El Mío Cid” que fue donado por el señor Francisco Delgado, que era el jardinero de la empresa. La idea era que los trabajadores pudieran llevar prestados buenos libros a sus casas, para que se cultivaran intelectualmente.  

Lamentablemente un día falleció el señor Rezek, que había sido el gerente general de la empresa por más de diez años y con este evento, comenzó un proceso de cambios y re estructuración en toda la empresa.

El Lic. Álvarez viendo lo que se avecinaba, comenzó a postularse y encontró un buen trabajo en la Embotelladora “Pepsicola” que estaba en la zona industrial de Villa de Cura, que le quedaba mucho más cerca de su casa.

Álvarez notificó en un Memorando puesto en la cartelera, que estaría en el cargo hasta el 15 de marzo.  Después de leer la noticia Julio se acercó a la oficina y le dijo:
- Álvarez te deseo mucha suerte y recuerda que yo también tengo ganas de encontrar otras oportunidades de trabajo. Si te enteras de algo bueno para mí, por favor me avisas.

Julio  vivía pensando en lo que podría pasar con su cargo, con motivo de la reorganización que estaban haciendo en la empresa. A lo mejor me dicen que me vaya se imaginaba, y eso lo entristecía ya que le había comenzado a gustar el trabajo de Selección y Adiestramiento. Era un trabajo de oficina, y era gratificante poder atender en nombre de la empresa las supervisiones del INCE, también era feliz cuando dictaba un curso o cuando recibía el agradecimiento de los trabajadores, que le traían para que lo viera, el diploma que habían recibido en alguna actividad. En esas cavilaciones estaba cuando llegó de repente el Lic. Álvarez a su oficina, acompañado por otro señor.

-Julio, este es el señor Milton Hoyt quien ocupará mí puesto a partir del 15 de este mes. El viene de ser el gerente de administración en una empresa metalmecánica y será tu nuevo jefe a partir del 15.

-Señor Milton para que no se sorprenda, le informo que Julio también está pensando en irse de la empresa.

-Pero bueno -dijo el señor Milton- mientras estrechaba la mano de Julio. Si todos ustedes se van yo me voy a quedar solo. -Mire Julio, el licenciado Álvarez me ha hablado muy bien de usted, de como lo ha apoyado y de todo su potencial gerencial en esta área, por eso le quiero pedir que no renuncie, yo tengo varias ideas que me gustaría poder emprender con su ayuda. Trabajemos juntos y usted verá cómo cambiarán las cosas para todos. Yo soy directivo de la Cámara de Industriales del Estado Aragua y miembro del Rotary Club de Maracay donde tengo muchos amigos que me gustaría poder presentarle. Quédese y verá que si podemos trabajar juntos.

Por la sinceridad y elocuencia con la que habló el señor Milton, a Julio le pareció buena persona y que llegarían a ser grandes amigos,  por eso postergó su renuncia.
Las primeras dos semanas Milton y Julio se reunieron varias veces para intercambiar ideas sobre los problemas de la empresa y las cosas que aún estaban pendientes. Milton lo invitó a su apartamento y allí le presentó a su esposa, la señora Rosita y a sus dos hijos varones que tenían edades parecidas los hijos de Julio.

Milton era buen lector y había consolidado una colección que tenía en un cuarto acondicionado como estudio, donde se encerraba a escuchar música y leer. En este estudio también guardaba una bonita colección de armas de fuego, ya que era aficionado al Tiro de Combate.  -Te invito para que vayamos este domingo al Polígono para que practiques. Y Julio se entusiasmó, sería otra experiencia ya que él nunca en su vida había tenido un arma en sus manos y mucho menos la había disparado.

Pero como en la vida uno propone y es Dios quien dispone, Milton Hoyt se retiró antes de cumplir un mes en SAVIRAM. Lo llamaron de FAIRBANKS MORSE la empresa donde trabajaba anteriormente, para que regresara a ocupar el mismo cargo.

Y Julio se quedó esperando para ir a disparar en el Polígono.

¡Qué buena vaina!, Milton me convenció para que no renunciara y él fue quien se fue primero. No hay más remedio, tendré que seguir aquí haciendo las cosas bien, hasta que aparezca algo nuevo.

Y eso apareció y significó un cambio trascendente en su vida… (Continuará…)


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